domingo, 28 de diciembre de 2008

Hoy me volví loco de tanto pensar

Quiero una puta lobotomía

No más

En mi segundo post en el blog, fue que hablé del hecho de que no añoraba del todo la niñez sencilla, debido a la experiencia, a la inteligencia, y otras cosas que uno adquiere con la experiencia. 
Hoy digo: no más. Es que no aguanto muchas cosas, me he vuelto adicto a las sensaciones, a la nevesidad de algo nuevo, al seguir conociendo, etc, etc... Quisiera ser tan valiente para hacer las cosas sin importarme el resultado final. El problema es que me importan demasiado, me da miedo echarlas a perder. No, no, ya no aguanto más, necesito sentir lo que doy de mí. Quisiera, por un momento, olvidar, que algunas cosas fueran diferentes, que no me dieran dolor de cabeza, y pudiera dormir...

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Human After All


Un día, Friedrich Nietzsche, como todo ser humano, murió. Se decía que era una persona muy espiritual, y que murió loco, sifilítico, o a causa de un cáncer cerebral. Murió en 1900, y dio luz a la filosofía del siglo XX.

Nietzsche escribió El Anticristo, y Asi Habló Zaratustra. Dos libros por demás espirituales. Pero el egoísmo que él alentaba era un egoísmo sin sentido. Había que matar a Dios, olvidar la moral, trabajar mecánicamente en busca del superhombre.

Pero el día que murió, llegó a las puertas del Cielo. Y se encontró con una sorpresa: San Pedro lo recibía, con una sonrisa de oreja a oreja. 
-Hola Friedrich.- dijo San Pedro - Dios te quiere ver en persona.
Y Nietzsche no pudo más que mostrar sorpresa, extrañeza.
-Creí que me mandaría al infierno... ya sabes, por lo que he escrito.
-No hay infierno, es un mito. Dios es misericordioso, y concede el perdón a todo humano. Porque, Friedrich, eres humano después de todo.
-Me siento extraño.
-Deberías estarlo.
-Conque humano después de todo... ¿Y qué es de mi filosofía?
-Será un paradigma. Una vuelta de tuerca, un comienzo. Para bien y para mal.
-Explícame.
-El hombre va a querer volar tan alto, que va a caer al precipicio.
-Entonces soy como el Apocalipsis.
-No, eres humano. Las cosas que mencionas son más grandes que tú. Pero bueno, pasa, y encuéntrate con Él.

Y las puertas del cielo se abrieron. Y Nietzsche caminó por el cielo. El Cielo era como una catedral para él. De muros altos, con columnas, con materiales preciosos, con oro en los murales. Miguel Ángel estaba en un andamio. Pintando un fresco. Y Nietzsche se vio a sí mismo, ilustrado en el mural. Y se dio cuenta de que en él se encontraban todos los sabios habidos y por haber. Y entonces, alguien se acercó por atrás y le puso la mano en el hombro: Rafael Sanzio.

-Miguel, aquí hay uno de los que ilustras. Es Nietzsche.-
Y Miguel Ángel detuvo su mano, asentó el pincel, bajó del andamio, todo esto ante la sorpresa del asesino de Dios.
-Qué gusto conocerle.- Dijo Miguel Ángel al filosófo. - A que no tienes una idea de lo trascendental que eres.
Niezsche estaba mudo. No daba crédito a lo que veía. Miguel Ángel y Rafael Sanzio le daban palmadas, lo tuteaban...

Y una voz profunda se escuchó: No lo confundan más.
Un anciano, más parecido a los viejos patriarcas que a uno común y corriente se acercó a él. Se parecía a la figura soberbia del Moisés. con el cabello plata y la barba blanca, lucía sus alas grises con orgullo, al tiempo que sostenía un lirio en la mano derecha. Cabe destacar que todos estaba enfundados en túnicas blancas.
-Friedrich, ven conmigo.- le dijo el Arcángel Gabriel.

Nietzche caminó un rato a su lado, siguiéndolo, maravilándose ante todo lo que veía. Ciervos blancos, petirrojos de color intenso, jardines, estancias, y una gran cantidad de personajes conocidos, al igual que muchos hombres y mujeres reunidos. 
-Quiero que entiendas que el cielo es la mezcla de todo lo sublime. Aquí hay mares, aquí hay edificios, aquí hay arte, hay música, hay fiesta, hay solemnidad. Amaneceres y atardeceres irrepetibles. por algo es el Cielo. Es la última morada, el sitio de descanso del hombre, después de su estancia en el mundo material.-
Mientras el Arcángel decía esas cosas, Nietzsche se percató de lo que parecía un mausoleo, a lo lejos, a orillas de un mar lejano, y a la vez, próximo a él. 
-¿Qué es eso?- preguntó el filósofo, intrigado.
-Ahí están Adán y Eva.-
-¿Y los dinosaurios? No hace mucho que se habla de ellos.-
-Ellos también están por ahí... pero no te inquietes. Recuerda que Dios requiere tu presencia.-
-¿Qué aporté a la humanidad? Me intriga. No quiero llegar y  descubrir que no tengo nada especial.-
-Friedrich, gracias a ti, el hombre recurrirá a Dios antes del fin.- Gabriel volteó la mirada, y Nietzsche pudo ver cuánto se parecía a un padre gentil. - Incitas al olvido a Dios, al amor al progreso, pero eso hace que, al morir, el hombre se sienta en necesidad de Dios. Y Él se manifiesta de muchas formas. Y así nadie pasa a la eternidad en desgracia espiritual. Créeme, tienes el mérito. Llegaste al mundo por algo.-
Y una lágrima corrió por las mejillas del filósofo, quien en su soberbia, decidió que era mejor olvidar a Dios y seguir adelante. Pero olvidó que todo necesita un sentido en la vida. Y que el sentido se encuentra al final, y no se rige sólo por lo material, y que el espíritu no es ni un colectivo, ni un ente individual, sino que es todo y uno a la vez.

Se escuchaban los coros y las arpas, y Nietzsche ya sabía que todos estaban dentro del plan de Dios, y que era, no un superhombre, sino un humano después de todo. Y pudo entonces, llegar al Padre...

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El espíritu del ser humano está ahí. No es malo ser objetivista u egoísta, al menos no del todo, lo que es malo es olvidar que hay cosas que van más allá de la lógica, y que el hombre tiene luz en su interior...

domingo, 7 de diciembre de 2008

Sixth Day Rhapsody


Y al sexto día, Dios vio toda la creación, y sintió que algo hacía falta.
Entonces creó a Eva, perfecta y fulminante.
Pero se dio cuenta de que no podía amarla...

Y entonces, dio forma a Adán...

martes, 28 de octubre de 2008

El Aburrimiento de Ángel -Soledad y Compañía


Amanecía. Por enésima vez. Tal vez nadie más en el mundo desdeñaba un amanecer de esos. Desde el quinto piso, los primeros rayos del sol, bordados en oro, se filtraban a través del ventanal. La vista espectacular no le sorprendía. Y tampoco los cuadros que se encontraban colocados en todas posiciones y direcciones de la gran estancia. Y entonces la artista despertó. La vio cruzar a lo largo del ventanal. Despreocupada, ajena a su presencia. Y la mañana transcurrió así. Hasta que ella se fue. 

Y el día transcurrió. Miraba por la ventana, añorando la vida pasada, lo que alguna vez fue.Al atardecer, los colores anaranjados del cielo y el púrpura que señalaban la cercanía de la noche la aburrían aún. La joven artista llegó, con e ceño fruncido, y arrojó sus cosas cerca de Ángel, ignorando su presencia.Ángel era muy maduro para la edad que tenía. Y extrañaba a sus padres como un niño de diez años solía hacerlo.Y su hermana no ayudaba. 
Lo ignoraba, como si él no estuviera presente. Y él simplemente no comprendía. 

Ella entró a su cuarto, y salió con algo de ropa entre las manos. Y entró al baño. Ángel la siguió, y se sentó en el piso, al lado de la puerta. Se podía escuchar el sonido del agua de la regadera. Después de media hora, su hermana salió del baño, y pasó junto a él, sin siquiera mirarlo.

Eso era todos los días, ya más relajada, su hermana se sentó en la mesa, y se sirvió un poco de cereal. Era uno de esos días, en los que ella llegaba al máximo de estrés. Por lo mismo, no se iba a conectar en su portátil esa noche.
Ángel la vio comer. El cereal no se le antojaba en lo más mínimo. Esa noche llovía.

Mientras ella dormía, Ángel se le acercó. Se había aburrido. Y quería sentirse vivo. No era normal que un niño de diez años se sintiera solitario.
-Sara. Despierta.- le dijo Ángel, al oído.
Sara abrió los ojos, y brotaron las lágrimas, y entonces habló, por primera vez en mucho tiempo.
-¿Por qué no te has ido?- preguntó, acongojada.
-Porque mamá y papá dijeron que vendrían por mi, para llevarme a la playa.-
-No van a venir, ya vete.-
-No, estoy aburrido.-
-Déjame, por favor. Llevas mucho tiempo atormentándome.-
-No puedo, sólo puedo estar aquí. Y extraño a mamá y a papá.-
-Yo también los extraño... y deberías estar con ellos.-

Y entonces, Sara se iluminó. 
-Sigues aquí... entonces significa que todavía hay algo que te ata.-
-No entiendo.-
-Te liberaré... hermanito.- Se secó las lágrimas.- Duerme, mañana es domingo. Ya veré qué puedo hacer por tí. Pero al amanecer.-
-No puedo dormir.- dijo Ángel, con mirada triste. 
-Al amanecer, Ángel. Al amanecer. Te juro que estarás en paz.-
Y Ángel se quedó a su lado, viéndola dormir profundamente, mientras la luz tenue de la luna llena iluminaba la habitación.
-Mañana, hermana. Quiero sonreír.
-- Continuará.

viernes, 24 de octubre de 2008

Conócete a tí mismo


Esa frase estaba inscrita a la entrada del Oráculo de Delfos. 

Curioso. Se supone que uno iba al oráculo a conocer su futuro... pero ahí mismo te decían que tú debes saber quien eres, a pesar de todo. Las leyendas sobre el oráculo incluyen a varios personajes importantes de la historia clásica, e incluso de la mitología. Una de las leyendas es sobre Alejandro Magno. Alejandro pasaba por Delfos con su ejército, cuando se le ocurrió entrar al oráculo, para que las pitonisas le dijeran quién era, y a qué estaba predestinado. Su ejército lo esperó, y cuándo éste salió, le preguntaron qué le habían dicho.
Alejandro Magno dijo: me dijeron que soy divino, que soy Dios. Y sus hombres se llenaron de furor, una deidad estaba con ellos, en el campo de batalla...

Sucede que las personas actuales no somos muy diferentes de los soldados del Grande. Influenciados por los medios de comunicación, controlados por nuestros gobiernos. Y eso es para la gente pensante. Hay gente ignorante que cae en el populismo, y el daño es grande. El daño se aprecia en los gobiernos, en los actos de la gente, en la mentalidad jodida típica del mexicano. 

Solo que es muy diferente a la vez. Los soldados de Alejandro lo ayudaron a conquistar el mundo. Nuestros políticos conquistan un puesto, y se alimentan del pueblo. Y no salen a la calle cuando sus culos peligran. Alejandro hería y era herido en la batalla. Incluso mataba. Era tan grande, que para matarlo, tuvieron que envenenarlo y traicionarlo, porque no había forma justa de matar a alguien tan admirable. En cambio, nosotros tenemos políticos que no valen ni su propia existencia. 

Pero ahí entramos nosotros. Todos aquellos que pensamos, razonamos, sentimos una responsabilidad para con el espíritu del ser humano. Nosotros somos el futuro, el cambio, la mota de polvo que se rebela contra el universo, el espíritu que no muere.

En el Templo de Apolo, en Delfos, Grecia. Ahí en la entrada, estaba esta frase: Conócete a tí mismo. 

Yo digo: Poténciate a ti mismo. Hasta la eternidad.

.---- 
Saludos.


martes, 7 de octubre de 2008

Endless Sea - The Leaving Boat Blues


Eduard miró otra vez por la borda. El mar era azul e infinito, y se perdía con la línea del horizonte. Mientras escuchaba su Ipod, con su lista de reproducción de jazz & blues, trataba de pensar en su situación actual. 

.....

Dos horas antes.
Estaba mirándose al espejo, con los ojos fijos en la imagen de su propio rostro.
-Eduard. Quítate esa barba.- le dijo Amandine.
Y su mirada se desvió de su imagen hacia la de la castaña celestial que entraba al baño.
Cada centímetro de ella era perfecto. Desde su piel de chocolate blanco, hasta sus ojos amarillos. Sólo tenía la ropa interior puesto. Cierto, la noche fue perfecta. Y ambos estaban a un paso del gran paso. 
-Es que me haces cosquillas con ella.- le dijo, sonriendo. Su sonrisa era perfecta. No veía otra cosa más en ella, que perfección.
-Ya sé.- 

.....

Eduard miraba el océano.

Go Go
Johnny go
Go
Johnny B. Goode.

¿Qué demonios hacía su IPod ahí? Ese viaje al azul interminable no debería incluir IPod. Pero ahí estaba también el collar que le había dado Amandine, su novia.
"No pude cumplir mi promesa".  pensó.
.....
Catorce horas antes.
-Es tu gran oportunidad, no la desaproveches. Le ganaste a todos esos egocéntricos.- le dijo a Eduard su compañero de toda la vida, Alain.
-Ya sé... pero tengo miedo. Mi primer proyecto grande.
-Todos tienen miedo la primera vez. 
-Es cierto.
-Además, no hay nada que temer. Tienes a Amandine al lado. La Diosa, como le decíamos en el campus.
-Oye, más cuidado, que es mi futura esposa.
-¿Qué? ¿Cuándo...?
-Esta noche. Y quiero que tú seas el padrino.
-¿Hoy? ¿Dónde es la fiesta? Ed...
-No, bestia. Hoy se lo propongo.
-Entonces... tan seguro estás. Me alegro por ti.
-Gracias Alain.
-No es nada. Y tú serás el mío.
-Prometido.

.....

Eduard no podía dejar de pensar en todo aquello que dejaba atrás. Este viaje improvisado era el final de lo que él quería lograr. Se lamentaba el no poder haberlo hecho. Entonces, de qué servía el viaje. Se preguntaba si podía dar marcha atrás. Pero el bote iba sin parar. Y se lamentaba el abandonar a Amandine, y a sus seres queridos.
Tal vez se había planteado metas demasiado altas. Al menos iba a ver a su hermano.

.....

Una hora antes.
-Te veo más tarde.
-Sí. Deséame suerte.- le dijo a Amandine.
-Bésame.
Y la besó con pasión, como si fuera la última vez.
-Que me parta un rayo, si esta es la última vez que beso tus labios de chocolate blanco.
-No digas esas cosas.
-Está bien.
-Te amo.
-Yo también te amo.
-Eduard. Ten cuidado, que está lloviendo y es peligroso.

.....

Treinta minutos antes.
El locutor:
Nos informan que acaba de ocurrir un accidente cerca del Edificio Central. Una persona perdió la vida. Se trata de un joven arquitecto, que quitó del camino a una niña que estaba por ser embestida por una camioneta.
Aquí tenemos imágenes del sitio...
Y una triste y hermosa Amandine se deshizo en el llanto.

.....

In heaven...
And my heart beats so that I can hardly speak
And i seem to find the happiness I seek
When we're out together dancing, out together dancing
Out together dancing cheek to cheek

Cheek to cheek, de Louis Armstrong y Ella Fitzgerald. Jazz como ninguno. Pero nada de esto animaba a Eduard. Él era un tipo melancólico, que había encontrado en la bella Amandine su gran alegría. 
"¿A dónde voy?" se dijo a sí mismo.
Miró de nuevo el horizonte, perfecto y coloreado en un azul como su alma misma.
-Amandine. - dijo en voz alta. - Vive y sé feliz.
Y entonces pensó en la niña. Una niña que lloraba, viva en los brazos de su madre. 
"Esa niña va a ser alguien. Lo sé. " Y sonrió, con ojos tristes.
Y la última imagen que tuvo, antes de percatarse que el viaje llegaba a su fin, fue la de su amada, en aquel instante sublime, desnudos, mirándose el uno al otro, con los primeros rayos de luz tocándoles la piel.
Y fue feliz, al final del último viaje.

Y las costas de plata y armonía aparecieron entre aquel azul.
Y el bote que partió llegó a su destino.
Y Eduard a su última morada.

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Estaba de melancólico. Saludos. Y la primera letra es de Johnny B. Goode, de Chuck Berry.

jueves, 2 de octubre de 2008

Dicen por ahí


Dicen por ahí… “Manos frías, corazón ardiente”. Una de mis frases preferidas, por supuesto. Pero en este caso no podía aplicar. Mi corazón estaba muerto. Asesinado apenas unos minutos antes, cuando la mujer que me quitaba el sueño me había dejado en la lluvia, diciéndome que no me amaba, que estaba conmigo por despecho, que el hombre al que ella amaba se había ido en el tren para siempre, prefiriendo su trabajo a ella, y que ella se iba esa misma noche a aquél lugar, a buscarlo, porque no podía vivir una mentira, que lo lamentaba, que era una desdichada, que nunca quiso lastimarme, que si podíamos seguir siendo amigos.

Una mirada mía bastó para que entendiera que la amistad se había muerto en el mismo instante en que supe que todo había sido una triste mentira. No valió la pena ningún momento vivido con ella, no valieron la pena los instantes de felicidad falsa.

Dicen por ahí… “Manos frías, corazón ardiente”. Me estaba congelando en la lluvia, y aún así, me negaba a dejar de caminar o a buscar refugio en algún lugar. Quería morirme de frío ahí, miserable, para dejar atrás el alma, y que ésta se disolviera en la lluvia.

Mientras caminaba por la acera con la vista en mis pies, un paraguas llegó volando hacia mí. Lo cogí al vuelo, y miré hacia adelante para ver si su dueño aparecía. Efectivamente, una joven corría hacia mí. Creo que vio mi cara de muerto en vida, porque se detuvo justo antes de llegar a mí. Temblando, jadeando, y con los ojos asustados, me dirigió la palabra.

 

Mi dama era mayor que yo. Tenía veintidós años en aquel entonces. Ella tenía veintiocho. No sé si había vivido más que yo, ni si había sufrido más. Sólo sé que en ese momento nada importaba. Me había engañado por un pendejo cuyo único mérito en la vida era ser hijo de alguien con poder, y por tanto, poder irse a trabajar a donde le diera la puta gana.

 

La pobre muchacha debió asustarse bastante cuando vio mi cara de perro apaleado, porque apenas logró articular las palabras.

-Señor… es mi paraguas… disculpe…- dijo, con la voz entrecortada, la cual apenas podía escuchar yo con la lluvia.

-Tome… ha volado hasta aquí.- le dije, sin ánimo.

-Gracias… yo…- alcanzó a decir. Y tomó el paraguas. Me miró directamente a los ojos. Y vi en ellos tristeza, y algo de miedo. – Señor, gracias… ¿está usted bien?

-La verdad no… no creo volver a estarlo. Bueno… seguiré mi camino.- estúpido de mí, era de noche y llovía, y quién sabe dónde estaba.

-No. Señor… venga conmigo, tómese un café.

-¿Quién dijo que necesito un café?

-Los corazones rotos no se curan en la lluvia- dijo, con determinación. Pude ver un atisbo del reflejo de sus ojos. Azules, como la mañana.

Los ojos de mi amor perdido eran verdes. Intensos, y felinos. Sus labios eran mortales, y su sonrisa devastaría los corazones de quien se le pusiera enfrente. De eso, ya hace mucho…

-Los corazones rotos no se curan en la lluvia.

-¿Qué te hace pensar que tengo el corazón roto?

-Porque yo también he muerto un poco el día de hoy.

Caminé a su lado. Y ella intentaba evitar que me cayera la lluvia con su paraguas. Era inútil, ella medía uno sesenta. Y yo le llevaba veinte centímetros. Nos metimos a un café de esos que habían abierto cuando se empezó a producir el café, y nos sentamos ahí. No sé qué demonios hacía ahí. Me había arrastrado esa adolescente de cuerpo prohibido y cabellos de oro empapados.

-¿Cuántos años tienes?-le pregunté.

-Dieciocho.- dijo ella, con cierta desconfianza. Curioso, porque ella me había llevado hasta ahí.

-¿Y te rompieron el corazón esta noche?

-Sí… un imbécil que se fue a trabajar lejos. Me dijo que rompía conmigo, y que yo sólo era una distracción. Pero que mi corazón juvenil se curaría pronto… Menuda pendeja… debí saberlo, por su edad…

-Puta Madre.

-¿Cuántos años tienes tú? Disculpa…- me dijo, y pudo ver en mi cara que yo me había dado cuenta de algo.

-No, no es nada.- le contesté, a la vez que pensaba “Esos hijos de puta se merecen el uno al otro”.- Tengo veintidós. Y a mí también me rompieron el corazón.

-¿En serio? Cuéntame… si quieres.-

Al ver sus ojos de confianza no pude hacer más que contarle, mientras tomamos un café, todo para que se diera cuenta de que ambos fuimos utilizados por un par de pendejos que podían irse mucho a la chingada. Pero ya no lo pensé así. Lo digo así. Pero ya no lo pienso así. Lo pienso como la suerte del destino.

-Demonios. Nos pendejearon.- dijo ella, mientras tomaba su café caliente.

Yo reí. Un poco molesto con el mundo, reí. Y ella rió. Y descubrí que podíamos ser buenos amigos.

-¿Cómo te llamas?- le pregunté.

-Adriana. ¿Y tú?

-Mauricio. Me alegra saber que no soy el único engañado esta noche.

Ella sonrió, con tristeza en la mirada.

-Es cierto…- dijo, y miró su reloj. – Es tarde… debo volver… pero aún no me termino mi café.- Y al levantar su taza, vi que lo hacía con cautela. Ella notó que lo noté. – Es que tengo las manos frías.-

Y me iluminé.- Ya sabes lo que dicen por ahí…-

-No, no lo sé.- dijo ella, con ojos curiosos.

-Manos frías, corazón ardiente.- Le dije, mientras ella sonreía. Y la vi completamente. Cómo era y cómo se veía. Y me pareció más bella que ninguna otra mujer sobre la faz de la tierra.

Y en ese momento mi mundo cambió. Me dio su número, yo le di el mío.

Una  buena historia para los nietos…

martes, 30 de septiembre de 2008

I still haven't found what I'm looking for


Algo falta ahí, en el horizonte. No sé lo que es. Quisiera saberlo. Pero sigo buscando, aunque no encuentre.
Espero encontrarlo pronto.

I have scaled these city walls
These city walls
Only to be with you

But I still haven't found what I'm looking for
But I still haven't found what I'm looking for

El día que lo encuentre, será un gran día, estoy seguro.

Los ArchitectSTARS


Proyecto de OMA para Dubai: La Estrella de la Muerte. La Arquitectura se torna caricatura.

Zaha Hadid, Jean Nouvel, Richard Rogers, Norman Foster, Herzog & de Meuron, Santiago Calatrava... son algunos de los nombres que llaman la atención en el panorama de la arquitectura a nivel mundial. Ahora reciben el sobrenombre de ArchitectSTARS. Esto debido a últimamente da la impresión de que estos arquitectos, más que arquitectos. son vendedores de sueños. Coop Himmelb(l)au, OMA, MVRDV, Daniel Libeskind, Richard Meier, Peter Eisenman. Todos estos arquitectos han tenido en sus manos proyectos muy pragmáticos. Pero a la vez, han ideado proyectos que más que arquitectura, parecen representar la ambición y el poder. 

Torre Bicentenario, de OMA. En el Distrito Federal. Totalmente fuera de escala. 

OMA (Office for Metropolitan Architecture), dirigido por Rem Koolhas está proyectando la Torre Bicentenario en el Distrito Federal. Un mounstro para muchos. Esta oficina es considerada como el gran mounstro en la esfera global del desarrollo urbano. Las teorías de Rem no me las trago. Tal vez en algún momento diseñó el Mc Cormick Tribune, pero también hizo la Casa da Música, en Oporto, Portugal. Proyecto ganador de múltiples premios. Hermoso por fuera. Pero sus detractores sólo tienen que decir: no tiene acústica. Curioso, la Sidney Ópera House de Jörn Utzon tampoco la tiene. Pero OMA peca una y otra vez. Actualmente están proyectando un desarrollo urbano en Dubai, donde uno de los edificios principales es una réplica de la Estrella de la Muerte. ¿Arquitectura? No lo creo. 

Le Project Triangle, de Herzog & de Meuron, en París, Francia. ¿Nuevos Eiffel?

Herzog & de Meuron, uno de los despachos que más admiro, tanto en filosofías, como en obra, está proyectando una inmensa pirámide de cristal en París. Más que una pirámide, la figura de un triángulo plano. Un proyecto muy intersante, me gusta... pero es muy cierto que está fuera de escala y contexto. Pero quién sabe, la Torre Eiffel también estuvo fuera de escala y contexto en su momento. Ellos proyectaron también el Nido del Pájaro de Beijing, y el Fórum Universal de las Culturas de Barcelona. Genios para mí. Tal vez para otros no. Quién sabe. Al parecer ahora cada quién tiene su corriente. El problema es que no hay una corriente llamada: Pragmatismo. 

Quarto Ponte sul Canal Grande, en Venecia, Italia. De Santiago Calatrava, favor de observar a los que van con maletas.

Hace un par de semanas se inauguró el Quarto Ponte sul Canal Grande, en Venecia. Esta obra del arquitecto e ingenierio valenciano Santiago Calatrava causó mucha polémica. Por motivos de burocracia tardó años en construirse. Y ya que se hizo, sólo tuvo que pasar una semana para que se estableciera una cifra récord de caídas y fracturas en el puente. Sucede que, por motivos de estética, se decidió dar un ancho de huella diferente a cada escalón. Lo que hace que el usuario, al ver el paisaje, no calcule bien el paso, se tropiece y caiga. Ah sí, es escalonado. Todo aquél en silla de ruedas, o con maletas de ruedas, vivirá un infierno al cruzarlo. 

ArchitectSTARS. A veces con obras sublimes, y a veces se burlan del pragmatismo.

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Saludos.

martes, 23 de septiembre de 2008

Let it Be


When I find myself in times of trouble, mother Mary comes to me, 
speaking words of wisdom, let it be. 
And in my hour of darkness she is standing right in front of me, 
speaking words of wisdom, let it be. 

Let it be, let it be, let it be, let it be. 
Whisper words of wisdom, let it be. 

And when the broken hearted people living in the world agree, 
there will be an answer, let it be. 
For though they may be parted there is still a chance that they will see, 
there will be an answer. let it be. 

Let it be, let it be, ..... 

And when the night is cloudy, there is still a light, that shines on me, 
shine until tomorrow, let it be. 
I wake up to the sound of music, mother Mary comes to me, 
speaking words of wisdom, let it be. 

Let it be, let it be, ....
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Una de mis canciones favoritas, versión de la película Across the Universe... de las más hermosas...
Saludos

domingo, 21 de septiembre de 2008

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Pieces of a Mind


Últimamente no puedo dormir. En mi mente se gestan demasiados gritos discordantes. Pero todos se dirigen al mismo punto: la felicidad y la trascendencia. Algunos tenemos un vacío que queremos llenar, pero no sabemos cómo. La discordia se mece en mi mente, como cuna moviéndose en un huracán. Mis pensamientos saltan de una cosa a otra. No me puedo concentrar. Me falta un poco de paz interior. 

¿Cómo se alcanza la paz interior?
¿Se sienta uno bajo un par de saras gemelas?
¿Busca  a su alma gemela hasta el fin del mundo?
¿Dona hasta el alma a las causas perdidas?

No sé qué tengo qué hacer. Pero ni me sentaré a meditar, ni me pondré a buscar novia como perro en marzo, ni daré lo material por alguna causa perdida. Trabajaré. Seguiré andando. No me detendré. El tiempo pasará, y tal vez, tal vez, encontraré esa paz. Trascenderé y seré feliz. O eso quiero creer. ¿Pragmatismo? Lo tendré tatuado en el pecho. ¿Pereza? La dejaré de lado. 
¿Cambiar al mundo?
Un deseo constante, que no se agota.

¿Mi mente?
Sigo sin poder dormir.

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En días recientes el Papa criticó los afanes del hombre moderno. El afán por el dinero (lo entiendo). El afán por el poder (lo entiendo). Y el afán de conocimiento. Me cagué mientras tenía el diario en la mano. Ahí no puedo concordar con el Papa. Benedicto XVI es demasiado conservador, demasiado radical. También suprimió el purgatorio, y sin importar si éste existe o no (quiero evitar cuestiones metafísicas por el momento), soy de los que opinan que la vida no es blanco y negro. Es toda una escala de grises. A veces somos buenos, a veces somos malos. Incluso somos mediocres cuando los astros se alinean para ello. Pero no somos ni el ángel Gabriel, ni el caído Luzbel. Somos humanos. Podemos errar. 
Y el conocimiento no es malo. Muchas veces viene acompañado de cosas buenas. Muy buenas. Mientras más conocemos, más sabemos, más cerca (de lo lejos que) estamos de alcanzar el máximo potencial humano. Y si tenemos ese don de ciencia, hay que aprovecharlo. Puesto que es parte de crear un mejor mañana. Después de todo, no fuimos creados para sentarnos, cual paloma blanca al vuelo, a contemplar la obra de Dios. Digo, es bueno apreciarla y respetarla. Pero es mucho mejor aprovecharla para dar lugar a la realización plena (tampoco hay que consumir al mundo). Creo que es un pecado vivir una vida piadosa y sin metas, en vez de aportar algo útil a la humanidad.

Soy católico, soy creyente. Pero no soy ciego ni ignorante.

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"¿Qué es la vida si por perdida ya la di?"
Decía Espronceda en la canción del pirata.

Y yo digo lo mismo, pero con otro significado. El pirata está condenado a muerte, así que hace lo que se le antoja. Yo digo: No te condenes antes de intentar algo. ¿Lo cachan? Me refiero a que nunca debe uno rendirse.
Sigue adelante, camina. No des vuelta atrás. No tengas miedo, no seas cobarde. Haz lo que tienes que hacer. Sirve para algo, párate, muévete.

Sé pragmático. La vida tiene valor cuando le das un valor.
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Sí, mi mente es un desmadre

Saludos. 

jueves, 4 de septiembre de 2008

Las Lágrimas de Gaia


En lo alto del Kilimanjaro, la nieve era un mito. Hacía un par de años que se había esfumado. Año 2012. La Madre Naturaleza, la Gaia de los helénicos, observaba desde ahí las planicies de la sabana africana. Poco quedaba, pero aún estaba ahí. Muchas especies se habían extinto en los últimos años. Huracanes y Terremotos. Volcanes que despertaban por los cambios en el clima. Deshielo en los polos. Sacrificar a los osos polares para buscar petróleo, sin la certeza de encontrarlo. Hacía 3600 años, algo cambió al mundo. De nuevo, el mundo iba a cambiar. Pero la Madre Naturaleza se encontraba triste, y su alma, desgastada. Los hombres, en lugar de crecer como civilización, estaban declinando. Si bien era cierto que la ciencia y el arte habían avanzado de forma vertiginosa, el espíritu humano había disminuido en grandeza. Se tornaron a nacionalismos estúpidos. Votaron por políticos ineptos, teniendo fe en la democracia. Cuánta verdad había en las enseñanzas de Platón: La Democracia es una forma corrupta de la Aristocracia. No gobierna el sabio, el inteligente, el que sabe lo que el pueblo necesita, y que sabe que el pueblo no siempre necesita aquello que quiere. Sino que gobierna cualquiera. Democracias populistas en América Latina. Oligarquías en Europa. Y en Estados Unidos de América, quedaban muy pocos  bastiones del objetivismo que la había convertido en una potencia avasalladora. Los hombres no supieron entender que para alcanzar el potencial máximo de su humanidad, tenían que ser más egoístas que altruistas. Tenían que ganarse las cosas, en lugar de buscar que les dieran la sopa en la boca. Para poder decir “Yo te amo”, primero tienes que aprender a decir “Yo”. El pragmatismo había muerto hace mucho tiempo. Y eran muchas de esas cosas, las que destruían al mundo, las que mermaban el equilibrio de los ecosistemas. Contaminación, Guerra, Muerte. Los cuatro jinetes no aparecían en sus caballos, naciendo de un horizonte teñido de rojo, sino que estaban en Darfur y en Osetia. En Medio Oriente y en África, el peor pecado de Europa. El hambre consumía a los hombres. ¿Por qué? Porque habían dejado de trabajar, de sudar sangre por el pan de cada día. Se habían acostumbrado a las campañas políticas, donde les regalaban un bocado de lo que fuera a cambio de su voto.

La Madre Naturaleza lloraba desconsolada. Los mayas, los sumerios, los egipcios, todos ellos tenían razón. El fin del mundo era en el 2012. Con las naciones debilitadas, con los hombres corrompidos, no podrían sobrellevar lo que venía. Un mundo débil y cansado no podía detener lo que se avecinaba. Aquel planeta x había vuelto, Y hacía parada en la órbita de la Tierra.

A lo lejos, una llama d fuego cruzó el cielo. Y otra más en sentido contrario. Mal momento para guerras nucleares, pensó Gaia la olvidada. Y ahí estaba: el gran fin. Un fin sin final cercano. Un fin que se tornaría largo y doloroso, hasta que el puto mundo se secara. Cuando pudo haber sido el inicio de una nueva era de prosperidad. Y Gaia cerró los ojos, no quiso ver más.

 

---Cuiden el planeta. ¿Dónde iremos a vivir si no cambiamos las cosas?

Probablemente ya lo hayan leído miles de veces, en otras formas, pero necesitaba decirlo.

Saludos.

miércoles, 30 de julio de 2008

God is in the details



Ludwig Mies van der Rohe nació en Aquisgrán, Alemania, en 1886. Es uno de los arquitectos más reconocidos por la historia. Ambidiestro. Sus colegas decían que Mies tenía una vista privilegiada, a pesar de su notorio estrabismo. Mies abandonó Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial, a la vista de la situación que se gestaba alrededor de Adolf Hitler y los países que circundaban a Alemania. Se estableció en Estados Unidos, en Chicago, donde después de unos años de estrecha colaboración con el Instituto de Tecnología de Illinois, murió en agosto de 1969.

Tenía un gusto particular por revestir sus obras con piedras nobles, como el mármol, el granito, y la madera. Aunque también destaca su uso del acero y el vidrio. Su arquitectura es sencilla y elegante, y presenta líneas geométricas muy rectas, y se puede decir que es el principal precursor del minimalismo en la Arquitectura y el Diseño Interior. Uno de sus muebles, la Silla Barcelona, es un hito en la historia del diseño de interiores.


Tres de sus obras más notables:


-Pabellón Alemán de la Exposición Universal de Barcelona de 1929.

Granito, vidrio y travertino. Elementos nobles en un espacio abierto y elegante. Además, los juegos con la luz y los reflejos le dan el toque moderno. El agua de la piscina le da continuidad a la arquitectura del pabellón, y actúa como espejo.
En su interior se emplearon por primera vez las sillas Barcelona, las cuales por su comodidad sustituyeron a los tronos de los Reyes de España, cuando éstos fueron a visitar la Exposición.



-Casa Farnsworth.


Uno de los tres paradigmas de la casa habitación en la arquitectura moderna. Vidrio, Madera, y Acero se unen en una estructura alzada a cinco pies del nivel del suelo, cuyo acceso principal lo compone una plataforma de granito. Fue construida de 1946 a 1951.

Casa minimalista por excelencia, a pesar de que él no hablara del minimalismo como tal. Se encuentra cerca de un río, en un enclave de la naturaleza, rodeada por árboles, y cuyas vistas se pueden apreciar gracias a la transparencia del vidrio que envuelve a la estructura en su totalidad.

La luz entra con libertad, y el interior y el exterior comulgan juntos.



-Edificio Seagram.

Ubicado en Nueva York, es sede de Seagram. En colaboración con el arquitecto estadounidense Philip Johnson, Mies construyó un edificio que estuviera acorde a su doctrina. Cubierto de cristal, y con vigas de acero y columnas de bronce, es un emblema de los tiempos de la Ley Seca .

Tiene 39 pisos y 157 metros de altura. Fue construido entre los años 1954 y 1958. La parte inferior del edificio es una plaza, por lo que la estructura está elevada del suelo, jugando con el vacío, y dándole mayor escala al edificio. En su momento fue el máximo exponente de la arquitectura a nivel internacional.

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Dos frases definen la vida y obra de Mies van der Rohe, "God is in the details" y la más famosa, "Less is more".




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Saludos.

domingo, 27 de julio de 2008

Miedo a la Oscuridad



Imagen tomada de Luc Viatour: © Luc Viatour GFDL/CC http://www.lucnix.be/


La noche en toda su majestuosidad, coronada por una hermosa y triste luna llena, cubría el ambiente con su escalofriante manto sombrío. Eran las once en punto, tal y como indicaba el reloj militar que había comprado al viejo desdentado que llevaba su carrito de supermercado por las sucias aceras de la zona de tolerancia de la ciudad. Menudo encargo el que le habían destinado a Alex para esa noche. Cuidar el viejo y tenebroso cementerio para que se le quitara… ¿cómo había dicho su padre?... ah, para que se le quitara “lo pendejo”. Ésa y otras imprecaciones hacia su persona salían periódicamente de los sucios labios de su amargado padre, el velador del cementerio.

No había nada peor en este mundo para Alex, que cuidar ese horrible laberinto de tristes tumbas cuyas desgastadas lápidas rezaban todas: Requiescat in Pace. Y para empeorar el panorama, la vieja lámpara oxidada que le había dado su padre no lograba encender de ninguna manera. Lo único que le quedaba al supersticioso, y casi analfabeto, muchacho, era utilizar el encendedor zippo que alguien había olvidado en una mesa del ristorante italiano al aire libre donde acostumbraba a robar las propinas que dejaban para los descuidados meseros. Encendió el zippo e iluminó sus fúnebres facciones. Sus ojos eran apesadumbrados y caídos, con sombras oscuras debajo de ellos. Su nariz chata remarcaba lo triste de su rostro, y dentro de su boca entreabierta y torcida se podían vislumbrar varios dientes torcidos y sucios, y también la falta de un par de ellos. Era lampiño, ya que debido a su desnutrición y a la falta de trabajo físico no había podido madurar fisiológicamente. De figura era larguirucho y con una estatura debajo del promedio. Estaba aterrado. Y tenía un pavor fervoroso a la oscuridad.

El viento corría en ráfagas por los aposentos de los fallecidos, y dichas ráfagas semejaban a serpientes que salían a montones de un pozo infernal a los pies de Luzbel, el ángel caído. Sus inquietantes silbidos sonaban con irregular ritmo, y llenaban de pesadumbre la atmósfera que rodeaba al desdichado Alex. La llama del encendedor iluminó una cripta de mármol blanca, triste y majestuosa. Era cuadrangular, con flores de lis esculpidas, de tal manera que parecían de verdad, y que ascendían desde el suelo. Tenía una figura rectangular que salía en relieve, a la manera de lápida. En ella estaba la inscripción del eterno descanso, y debajo, un nombre. El nombre parecía borrado, y sólo se alcanzaban a divisar las siluetas de algunas letras.

Sobre la cripta, aparecía esculpido un ángel masculino muy bello, que tenía la cabeza ladeada, con un rostro lleno de pesar. Sus vestiduras eran largas, y en una mano sostenía un lirio. Sus cabellos eran ondulados, y sus facciones muy finas. Sus alas estaban muy bien elaboradas y eran realmente grandes. Era imposible que el muchacho supiera que era una representación fúnebre del arcángel Gabriel, puesto que su educación era terriblemente deficiente. Por un momento, Alex pensó que alguien muy importante debía haber sido enterrado ahí. Se acercó más a la lápida y se percató de que bajo el nombre apenas legible había una inscripción que decía el año de nacimiento y el de muerte. 1956-1968. Hizo sus cuentas con gran dificultad, y calculó que el morador de la tumba debía tener 12 años al morir. Y más abajo leyó con gran esfuerzo otra inscripción, en letras muy elaboradas.


“Querida hija y hermana.
Alma del Señor que ningún mal cometió.
Encuentra tu eterno descanso en los brazos de Santa María la Virgen,
quien intercederá por ti ante Dios.”


Eran palabras tristes, que conmovieron a Alex, quien intentó descifrar con mucha dificultad el nombre que había sido casi borrado. Gabrielle Lewis. Fue una labor trabajosa para él. Luego miró la cruz que el ángel de mármol sostenía con la mano sin lirio. Era inusual en las tumbas este tipo de estructuras, ya que por lo normal, la cruz estaba grabada en las lápidas, y no sostenida por un ser alado de ojos tristes y vacíos. Gran sepultura para una niña tan pequeña. Se preguntaba qué desgracia podía haberle acontecido.

De pronto oyó un sonido extraño, que semejaba al llanto de un niño pequeño. Dicho llanto lo hizo soltar el encendedor y perderlo en la oscuridad. Todo estaba negro a su alrededor. El lamento se escuchó de manera cada vez más intensa, hasta que se transformó en un agobiante chillido. Alex tropezó, cayendo al suelo. Con las manos tanteó la tierra húmeda, hasta que encontró el zippo. Lo encendió y lo dirigió hacia el punto del que creía que había surgido el lamento. Era un gato negro, feo y sucio. Estaba herido en un costado. Miró a Alex con sus acusadores ojos verdes por un segundo, y se escondió en alguna parte, tal vez detrás de alguna de las grises tumbas. El corazón de Alex palpitaba desenfrenadamente, pues el gato le había dado un susto ejemplar. El miedo a la oscuridad lo engullía de manera voraz. Lo único que le permitía seguir adelante era el temor que tenía a quedarse en un lugar fijo, como si algo o alguien fueran a salirle al encuentro si se mantenía en pausa, como si el movimiento ahuyentara lo desconocido. Siguió avanzando por los senderos de piedra del cementerio, y otro sonido cubrió el ambiente. Era el ulular fantasmagórico de un búho, que, posado sobre la rama raquítica de un árbol deshojado, lo observaba con sus enormes ojos cíclicos. La mirada del búho lo devoraba sin piedad, y ululaba sin cesar, como si quisiera delatarlo, para que algo o alguien lo encontrara entre esa espesa maraña de sombras. Y entonces, Alex escuchó un susurro. La voz que susurraba era linda y tierna, un alivio que llegaba enhorabuena. Pero el problema era que la dulce voz femenina no venía de ninguna parte.

El pulso se le aceleraba rápidamente, y entonces alcanzó a entender, en un mínimo instante, lo que la voz le decía: “Me duele…”. El chico quedó petrificado al oír el lamento que aquella voz había proferido, al tiempo que la negrura se hacía más espesa. El muchacho cerró los ojos, aumentando la ceguera que la oscuridad ya le había inducido antes. Encendió el zippo a ciegas, y lo blandió como si se tratara de una espada bastarda de algún caballero templario del medioevo. Nada. Pareciera que el chico era víctima de una broma. Pero ahí no había ningún bromista. Sólo él y las sombras se hallaban ahí, separados por la luz incipiente del encendedor olvidado. No había fobia más terrible que la de Alex hacia la oscuridad. El veía a la noche como un enorme monstruo de facciones terribles, que se erguía sobre él, listo para devorarlo, y someterlo para siempre en las tinieblas. Su padre nunca se mostró interesado en quitarle aquél miedo infantil, y se limitaba a decirle: “Deja de chillar, niño pendejo.” O le decía: “Ya basta de mariconadas, o te doy una razón para que llores”.

La madre de Alex había cometido el terrible error de partir de este mundo antes de tiempo, dejándolo a merced de su amargado marido. Era por ello que aún no había superado ese miedo, un miedo que los mismos hombres primitivos tuvieron alguna vez. En fin, Alex estaba a merced de la noche, cuando una voz infantil, de niña inocente y dolida, le dijo: “¿De qué huyes?” “No soy mala…” Alex dirigió el zippo a todos aquellos manchones negros que conformaban el manto nocturno, pero no había nada. “Me duele…” El muchacho pegó un grito, un grito que reflejaba el mayor sentimiento de pánico que jamás había sentido, un pánico que se sumó a todo aquello que implicaba sufrimiento, pues los recuerdos se agolparon en su mente, como un torrente de imágenes depresivas.

La muerte de su madre. Cuando se cayó a media calle y unos niños en bicicleta le tiraron piedras. Cuando lo persiguió un policía, golpeándolo y confundiéndolo con un delincuente. Cuando sorprendió a la chica guapa de la barra, Mina, que tanto le gustaba, con un joven pandillero negro, en el callejón detrás del bar. Cuando su padre, aquel maldito abusador, aquel hombre denigrante, le pegó en la cara con un plato, tirándole un par de dientes. Cuando su padre lo insultó frente a todo el mundo, en la iglesia, por haber ido con todos esos “cabrones insufribles” que elevaban sus plegarias a un Cielo “que no existía”. Cuando su padre… cuando su padre… cuando su padre…

Y fue cuando el grito de Alex se tornó en sollozos. Las lágrimas cubrieron por completo su rostro. Permaneció así mucho rato, en posición fetal sobre el piso húmedo, sobre aquel olor a tierra mojada. Permaneció así mucho rato, llorando desconsolado, gimiendo, en una depresión extrema. Permaneció así mucho rato, con el zippo apretado entre los dedos de su mano izquierda, lamentándose por la vida que le tocó vivir. Maldiciendo el día y el lugar en los que le tocó nacer, maldiciendo a Dios por haberse llevado a aquella persona que era su única protectora. Su ángel guardián. Su madre muerta. “¡El mundo es una mierda!”, gritó. Y abrió los ojos, al tiempo que gritaba: “¡Deja de llorar, niña pendeja, veme a mí, un pobre diablo que se revuelca en su propia inmun…!” No terminó de gritar. No se había dado cuenta, pero ya estaba amaneciendo. La luz tenue de un sol naciente iluminaba con timidez el cementerio. Él estaba en el suelo, sudando, sucio, con el rostro húmedo y frío. Él estaba junto a la caseta del cementerio, donde se podía observar una infinidad de tumbas, casi a la manera de un panorama aéreo del noticiero.

La puerta de a caseta estaba abierta. La caseta roja, de madera, y desvencijada, había sido la primera en recibir el regalo fúnebre de la luz del día. Alex se incorporó, y se paró en el marco de la puerta, para ver quién había entrado en la oficina (si se le podía llamar así) de su padre. El desgraciado estaba ahí adentro, encendiendo su primer cigarro de la mañana. “Ojalá te mueras con los pulmones podridos, cabrón. Me viste llorando y te valió”, pensó el muchacho, a quien los recuerdos lo habían amargado. La amargura acumulada que había sido reprimida había estallado en un inminente ataque de ira. “Padre, ¿por qué te valió madres verme llorando?”. El padre, un hombre de unos cincuenta años, fachudo, con barba y harapos, se volteó sorprendido. “¿Qué dices, maricón malnacido?”. El enterrador y guardatumbas se dirigió al muchacho, agarrándolo, por la camisa, y zarandeándolo con fuerza, desquitando toda su desilusión con el pobre muchacho. “¡¿Por qué habría de interesarme si lloras o te mueres, maricón de mierda?!”, le gritó en la cara. Alex hizo lo que nunca había hecho en su vida. Empujó a su padre con una fuerza que no sabía que tenía. Lo arrojó al piso, y ahí mismo, lo pateó y golpeó con todas sus fuerzas. Todo su sufrimiento, todo su dolor, se tornaron en odio repulsivo, un odio que le decía que lo matara, que acabara con él, se lo merecía… Lo estaba matando en serio, los moretones se hacían más visibles, la sangre brotaba de sus labios, su ropa se estaba destrozando aún más. Pero entonces se detuvo. Su odio inhumano se había esfumado. O al menos ahbía decidido dejar más golpes para otro día, para otra ocasión, tal vez para el negro que gozaba con Mina detrás de La Life, aquel bar…

Y se fue, dejó a su padre magullado en el piso de la caseta del cementerio, mientras él lo miraba con expresión nula, pues los golpes habían borrado toda expresión de su cara. “Hijo de puta”, alcanzó a decir, pero era demasiado tarde, Alex, el nuevo Alex, un Alex condenado a la amargura como él, se había ido. En cambio, una niña pequeña, vestida de blanco, de piel casi tan blanca como su vestido de seda, rubia como la plata, y con lágrimas en los ojos azules, lo miraba con tristeza. El hombre se asustó, mientras un infarto hería de muerte su corazón. Y la niña le dijo, antes de que él cerrara los ojos: “Me duele…”




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Este cuento lo escribí hace más de un año. El archivo word definitivo tiene fecha del 5 de marzo de 2007. Pero creo que es más antiguo.


Saludos. Firmen y opinen.