jueves, 4 de septiembre de 2008

Las Lágrimas de Gaia


En lo alto del Kilimanjaro, la nieve era un mito. Hacía un par de años que se había esfumado. Año 2012. La Madre Naturaleza, la Gaia de los helénicos, observaba desde ahí las planicies de la sabana africana. Poco quedaba, pero aún estaba ahí. Muchas especies se habían extinto en los últimos años. Huracanes y Terremotos. Volcanes que despertaban por los cambios en el clima. Deshielo en los polos. Sacrificar a los osos polares para buscar petróleo, sin la certeza de encontrarlo. Hacía 3600 años, algo cambió al mundo. De nuevo, el mundo iba a cambiar. Pero la Madre Naturaleza se encontraba triste, y su alma, desgastada. Los hombres, en lugar de crecer como civilización, estaban declinando. Si bien era cierto que la ciencia y el arte habían avanzado de forma vertiginosa, el espíritu humano había disminuido en grandeza. Se tornaron a nacionalismos estúpidos. Votaron por políticos ineptos, teniendo fe en la democracia. Cuánta verdad había en las enseñanzas de Platón: La Democracia es una forma corrupta de la Aristocracia. No gobierna el sabio, el inteligente, el que sabe lo que el pueblo necesita, y que sabe que el pueblo no siempre necesita aquello que quiere. Sino que gobierna cualquiera. Democracias populistas en América Latina. Oligarquías en Europa. Y en Estados Unidos de América, quedaban muy pocos  bastiones del objetivismo que la había convertido en una potencia avasalladora. Los hombres no supieron entender que para alcanzar el potencial máximo de su humanidad, tenían que ser más egoístas que altruistas. Tenían que ganarse las cosas, en lugar de buscar que les dieran la sopa en la boca. Para poder decir “Yo te amo”, primero tienes que aprender a decir “Yo”. El pragmatismo había muerto hace mucho tiempo. Y eran muchas de esas cosas, las que destruían al mundo, las que mermaban el equilibrio de los ecosistemas. Contaminación, Guerra, Muerte. Los cuatro jinetes no aparecían en sus caballos, naciendo de un horizonte teñido de rojo, sino que estaban en Darfur y en Osetia. En Medio Oriente y en África, el peor pecado de Europa. El hambre consumía a los hombres. ¿Por qué? Porque habían dejado de trabajar, de sudar sangre por el pan de cada día. Se habían acostumbrado a las campañas políticas, donde les regalaban un bocado de lo que fuera a cambio de su voto.

La Madre Naturaleza lloraba desconsolada. Los mayas, los sumerios, los egipcios, todos ellos tenían razón. El fin del mundo era en el 2012. Con las naciones debilitadas, con los hombres corrompidos, no podrían sobrellevar lo que venía. Un mundo débil y cansado no podía detener lo que se avecinaba. Aquel planeta x había vuelto, Y hacía parada en la órbita de la Tierra.

A lo lejos, una llama d fuego cruzó el cielo. Y otra más en sentido contrario. Mal momento para guerras nucleares, pensó Gaia la olvidada. Y ahí estaba: el gran fin. Un fin sin final cercano. Un fin que se tornaría largo y doloroso, hasta que el puto mundo se secara. Cuando pudo haber sido el inicio de una nueva era de prosperidad. Y Gaia cerró los ojos, no quiso ver más.

 

---Cuiden el planeta. ¿Dónde iremos a vivir si no cambiamos las cosas?

Probablemente ya lo hayan leído miles de veces, en otras formas, pero necesitaba decirlo.

Saludos.

2 comentarios:

Pandora dijo...

q bellizimo escrito. Admiro la forma en q plasmas tus ideas.

cierto, q mundo hemos creado, estamos, veremos, seremos, si no nos importa demasiado, ni importa,aun asi somos parte.

Anónimo dijo...

Todo mal que me hagas a tí te lo haras, pues la tierra es tu hogar...y al igual que amar, también sé castigar, la venganza de Gaia tendrás...(8)

Así es, mi estimado Panucho...los hombres se han condenado por sí solos. Regresar a los postulados del estoicismo y recuperar la dimensión ética de los hombres sería algo deseable pero no parece posible. Por lo pronto, espero que 2012 signifique un cambio en la dirección correcta hacia un pragmatismo en la política nacional, pero también sería deseable un cambio en la mentalidad de la sociedad civil...